lunes, 8 de junio de 2020

Reservas camarguesas


El otro día mientras daba un paseo por Igollo me encontré con un cartel que me informaba que estaba en los entornos de la Cueva de Juyo, un lugar perteneciente al Anillo Verde de la Bahía de Santander. Me sonaba vagamente este último nombre y me puse a explorar el sitio. La cueva, que tiene una enorme importancia como yacimiento del periodo magdaleniense, está cerrada, pero el haber visto el entorno e investigado luego un poco en internet me ha interesado mucho. Un yacimiento tan importante... pero que no me sonaba para nada. En cuanto al paraje, pues ofrece simplemente un sendero alternativo a la bajada por la calle. Lo incorporaré al paseo que hago de tarde en tarde por la Esprilla saliendo desde la 611 en Bezana.

Pero no sé si lo que más me ha llamado la atención es que no hay ninguna indicación en los alrededores de que existe este lugar. Bajando por la calle hasta la CA-310, vi una señalización a un coto de caza privado y decidí seguir el camino, que me llevó rápidamente a la cueva. Así me enteré de los demás sitios que forman parte del Anillo Verde, y durante el fin de semana visité un par de ellos. Lo que tienen en común es la complicada accesibilidad o falta de información, que pone en entredicho la invitación a visitar estos lugares desde las páginas de LIFE + proyecto verde Naturaleza y Biodiversidad Anillo Verde.

El propósito de esta entrada es facilitar una información que no se encuentra en la web: cómo llegar a los sitios.

Monterín

En otro barrio de Igollo está el Monterín, un lugar que destaca por sus encinar relicto - de paso he aprendido una palabra nueva, ya que relicto no me era conocido.

En la CA-306 yendo hacia Escobedo, la primera calle a la izquierda después de pasar delante de una residencia de mayores ("Hijos de Mar") promete: hay un cartel que anuncia El Monterín y el Anillo Verde. Sin embargo, a partir de ahí, si no hubiera preguntado antes, creo que nunca habría dado con el acceso.

Monterín
Justo detrás del cartel hay una entrada a un par de casas. Hay que subir por allí y luego bordear la casa de la izquierda por el lado derecho, pasando al lado de tres perros que expresaban su descontento cuando pasaba a su vera con Monty. (Al bajar vine provisto de un palo por si acaso). Hay una verja más arriba y una valla que hay que traspasar. 



En seguida llegas al encinar. Al otro lado del monte hay una cantera. Es fácil desorientarse en el lugar, y la presencia de una torre de tendido eléctrico viene bien para no perder el rumbo.




El Pozón de la Dolores

En Revilla está este lugar, que antaño era una cantera. Esta vez la entrada está señalizada, entre los kms. 4 y 5 de la CA-313. La pista te lleva a sendas entradas a edificios ganaderos. Hay que sobrepasar la alambrada que mantiene las vacas dentro, pero no tiene más misterio el asunto porque la laguna se ve claramente desde arriba. Sin embargo, progresar por la orilla, que sería lo interesante, requiere bastante empeño.

En una charca que conecta con el pozón vi unas garzas y decidí rodearla para ver si había algún sendero más adelante

Pero nada de eso; puedes acercarte al borde del agua pero pronto hay que meterse prao adentro si quieres seguir progresando hacia el lado suroeste de la laguna. 

Como nota de pie de página, añadiré que tiene otro nombre:  Pozón de los Ingleses. ¡No podía dejar de visitarlo!

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